Ernesto tiene adicción compulsiva a la ¨sonrisa¨, ¨lo dulce de la vida¨ y el ¨bienquedismo¨ crónico. Una cita frustrada de Tinder lo pone de cara consigo mismo y con Mariana, que lleva un tiempo desarrollando teoría y práctica contra ¨la tibieza¨. Allí se encuadran todos los males de Ernesto. Será ésta quien hará las veces de consultora ontológica y salvadora con técnicas un tanto heterodoxas que ella misma desarrolla.






